Y yo le dije:
-Ojalá nunca nos falte
una carcajada salada
una playa en febrero
un rincón en tu risa
una orilla en mi espalda
Y os juro que lo sentía y deseaba,
fue tan real que a veces me pellizcaba.
Pero luego vino la vida
y nos arrasó
y deshizo los parasiempre
y los convirtió en hastapronto
Se me amontonaron las despedidas
y en mis hombros cargué el peso
de un adiós que nadie planea
cuando hipoteca su futuro a un cuerpo
que no le pertenece.
Ella fue mi playa en Madrid
y durante muchos años
desperté cada mañana
escuchando gaviotas
a su lado.
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