La venganza no puede extinguir las creencias,
no podemos disparar pensamientos,
ni bombardear una idea.
Hemos entrado en el juego de la guerra,
en el ojo por ojo que provoca ceguera;
no vemos más allá de las desgracias
que han provocado nuestras propias fronteras.
Me duelen los muertos de la ignorancia,
la intolerancia que provoca distancias,
y construye muros en las miradas.
Me duele la falta de calidez humana.
Combatir la violencia con bombas
es apagar fuegos con metralla,
es el colmo de la estupidez humana:
creerse libre con las manos atadas.
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