A la familia Vera
Algo más que un apellido,
Vera es pertenencia.
Sentirse parte de un club
que por suerte no es secreto;
sus puertas siempre están abiertas.
Te acogen y arropan
te sientan a la mesa.
Son como el Madrid de las familias;
todo el mundo que llega deja de ser extranjero
y en seguida se siente parte de la casa.
Pasen y vean
que los Vera también son espectáculo y arte;
música, literatura y cine
que cuando no hay una guitarra por medio
hay una cámara
un vídeo
o una idea loca que contagia.
Los Vera también son pasión y debate;
cualquiera que los haya visto en EL PATIO
-monumento nacional de los reencuentros familiares-
sabrá que ellos juegan en otra liga
donde los decibelios van a parte.
Vera es más que un apellido,
es motivo de tatuaje
porque hay amores que se sienten tan adentro
que hay que escribirlos en la piel.
Vera es también la voz quebrada
de quien, estando lejos, habla de los suyos
Y es justo ese orgullo el que embriaga.
Enamorarse de un Vera
es hacerlo también de su familia.
Hay apellidos que se llevan con gallardía
que se reivindican como identidad
y se ondean como bandera.
A veces una es Vera por filiación
y otras por suerte;
esa que te coloca de prestado
durante un tiempo en la misma mesa
en los mismos viajes.
Cuando te toca lo segundo
-como a mi-
da igual el tiempo que pase.
Hay conexiones que nunca se pierden
porque hay familias que marcan.