domingo, 20 de junio de 2010

Vértigo II

Y la estrella principal de la función que siempre debe continuar del circo de esta vida, aquella noche se sintió indispuesta y no pudo salir a escena (a veces pasa, cosa de artistas) 
El público, que en un primer momento pareció descontento, pronto la olvidó gracias a las distracciones que ofrecieron los payasos, siempre dispuestos. La estrella, la más brillante, y sonriente y casi perfecta en su imperfección, aquella noche se apagó. Le pudieron las ganas de llorar, se la comió el silencio, olvidó su guión, su papel y todo aquello que no tuviera que ver con el enorme agujerito que sentía por dentro; el vacío que provoca el desconcierto al ver que nada es para siempre, que el amor se acaba, que la gente se muere y da igual que sea joven, luchadora y fuerte, que quien un día estuvo y juró quedarse, un día, sin más, desapareció por las exigencias que marcó una apretada agenda... 
¡Cómo salir así a escena! 
El público no perdona y como él siempre tiene la razón, es preferible ofrecer otra distracción y privarles de esta profunda decepción que me lleva. 

miércoles, 16 de junio de 2010

Vértigo

Como si fuera una funambulista en mi gran estreno, a veces me siento a cientos de metros del suelo y tengo tanto miedo a caer que mi cuerpo se tensa como la propia cuerda que piso, obligándome a hacer equilibrios. 
Allí arriba, tan arriba, la seguridad pende de un hilo y tan solo responde a las acciones de uno mismo.
No nos engañemos, la vida es como un circo; rodeados de los ánimos y el calor humano que desprende un público que a la hora de la verdad, nada hará si das un paso en falso y caes al vacío. Pocos abrazos son capaces de arropar el corazón de ese equilibrista, que aún a riesgo de caer y temeroso de fracasar... fracasa. 
Nada tiene de extrañar, pues el mundo que a mi me separa de todos no se para por nadie; la función siempre debe continuar.