jueves, 11 de febrero de 2010

El espejo

Llegado el momento
se quitó la fina capa que cubría 
y apenas protegía su cuerpo. 

Abandonó la sonrisa implacable
el buen humor infinito
el optimismo incansable. 

Se quito la máscara de la bondad
recogió la bandera de la trasnparencia
se arrancó la piel de la mentira 
y todos pudieron apreciar la auténtica realidad. 

Se mantuvo inmóvil 
desnuda ante el mundo
expectante ante la reacción 
que su verdadero YO provocaría. 

Nadie dijo nada. 
El silencio congeló la sala 
y el mundo entero la contempló con sorpresa y asco. 

Ella quiso correr
huir a ninguna parte
desaparecer en aquel preciso instante
pero sus pies no quisieron complacerla; 
aquel escenario era parte de su castigo
y así tendría que cumplirlo. 

Sintió como el frío de la vergüenza 
amorataba su cuerpo 
y el dolor de la pérdida de su propia inocencia 
se hacían cada vez más insoportables.

Sus órganos se secaron
se ahogó su voz 
y aunque quiso implorarle al mundo su perdón
ya era tarde; 
tenía frente a ella un enorme espejo.